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Hay muchos de ellos, aunque de manera general se distinguen cinco como los más importantes. Veamos cuáles son, sus características y qué dicen los científicos al respecto. Igualmente, el frescor se produce por moléculas como el mentol, que activa el mismo par nervioso, pero con el efecto contrario. De nuevo nos encontramos ante una sensación que puede provocar diversas reacciones, y que es provocada por diversos receptores químicos presentes en toda la boca y hasta la garganta. De hecho, algunas sustancias de este tipo afectan a todo tipo de mucosas.
Sabor picante
Umami es un término prestado del japonés que se traduce como ‘buen sabor’ o ‘buen gusto’. Kikunae Ikeda lo identificó por primera vez en 1908 y el postulado fue polémico hasta que se encontró que TAS1R1 + TAS1R3 modulan su percepción. En términos muy simples, el umami codifica el sabor salado de los aminoácidos. Los alimentos fermentados pueden tener un cierto grado de acidez, como el vino y el yogur.
- Su función es enviar la información química de lo que ingerimos desde la lengua hasta el cerebro y de esta manera detectar y responder adecuadamente a los requerimientos nutritivos.
- La vista, el tacto y, como no, el olfato, hacen que un sabor sea agradable, nos traiga un recuerdo o nos produzca aversión.
- Es por ello que suele ser por lo general desagradable y evitado para la mayoría de personas, al menos en los primeros compases de la vida.
- Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.
Los distintos tipos de sabores
Y es que poseemos órganos con receptores específicos para estas propiedades, algo que nos permite percibir diversos tipos de sabores. El sabor amargo se asocia con sustancias desagradables y/o peligrosas, por lo que generalmente provocan rechazo. La diversidad de sustancias amargas es enorme y su efecto depende de mínimas cantidades, para evitar errores potencialmente letales. Los receptores para sabores amargos también dependen de mejores casinos online proteínas que puede reconocer diferentes químicos. Las papilas son células diferenciadas capaces de detectar ciertas moléculas (o el movimiento y temperatura en el caso de las filiformes). Las pequeñas células modificadas tienen unas prolongaciones minúsculas conocidas como cilios gustativos.
Modifican el olor
También, en las bebidas gaseosas, el dióxido de carbono provoca una respuesta quimiosensorial fuerte al activar los receptores del sabor ácido. Una enzima presente en el exterior de las células receptoras transforma el dióxido de carbono en bicarbonato e iones hidrógenos (H+) lo que provoca la sensación de acidez. El órgano principal del sentido del gusto es la lengua, donde se encuentran los receptores que captan los estímulos químicos de la comida. Como se ha podido observar, los sabores son complejos, pero gracias a los estudios científicos se ha logrado aumentar nuestra comprensión sobre ellos. Al igual que sucede con los sentidos, muchos distinguen otros tipos de sabores como el picante, el astringente y el acre. En todo caso, los cinco mencionados son los básicos y aquellos que se han investigado a profundidad.
Umami
Los compuestos químicos empleados para producir sabores artificiales son casi idénticos a los que se pueden encontrar de forma natural, lo que no implica que su consumo sin límite sea sano y seguro para la salud. De hecho, los saborizantes artificiales está muy regulados por las leyes sanitarias de las naciones. Los tipos de sabores reconocidos como tales a nivel tradicional, y de hecho los que la mayoría de nosotros aprende durante la educación formal, son los cuatro anteriores.
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Estos compuestos interactúan con las células receptoras de las papilas gustativas, las cuales envían señales al cerebro sobre cómo interpretar cada sabor. La función principal de este proceso es identificar alimentos tóxicos o en mal estado que podrían comprometer la salud del organismo. Los receptores gustativos son proteínas que se encuentran en la membrana de las células gustativas. Los receptores para los sabores dulce, amargo y umami están unidos a unas proteínas llamadas proteínas G, mientras los receptores para los sabores ácidos y salado son canales que van desde el exterior al interior de la célula. El sabor es la impresión que causa un alimento u otra sustancia, y está determinado principalmente por sensaciones químicas detectadas por el gusto (lengua) así como por el olfato (olor). Los saborizantes y los condimentos, sean naturales (especias) o artificiales, se emplean para resaltar o modificar los sabores.
La principal fuente de alimentos ácidos la encontramos en las frutas, como por ejemplo los limones, la naranja, la uva, el tamarindo y las limas. Tal y como indican los científicos, el sabor agrio, también conocido como sabor ácido, tiene la función de identificar el mal estado de un alimento. El umbral para clasificar a un alimento como ácido se hace con base en el ácido clorhídrico diluido. En los seres humanos, y en mamíferos en general, las papilas caliciformes, las que están principalmente en la parte posterior de la lengua, están especialmente desarrolladas y se encargan de detectar los sabores amargos. Podemos lanzar la hipótesis de que hemos desarrollado una especial sensibilidad a los sabores relacionados con la podredumbre, venenos y la intoxicación como medida de protección. Los seres humanos hemos llegado al consenso de que percibimos cinco tipos de sabores a través de la lengua.
Sabor agrio
Ciertos ácidos orgánicos se emplean para proporcionar sabores ácidos, pero que al contrario que la sal y el azúcar no son considerados saborizantes por la ley. Cada ácido proporciona acidez y altera el sabor originario de un alimento. En algunos casos existen alimentos que necesitan de un gusto adquirido desde la infancia del consumidor, o un habituamiento necesario por un tiempo determinado, para que puedan ser aceptados como agradables o placenteros. En otros casos el empleo de un sabor predominante en la comida es símbolo de una cultura o etnia, de una agrupación nacional, etc. Y hace pocos años parece haberse encontrado que al menos el ser humano posee un receptor que detecta los ácidos propios de las grasas (aunque sigue en proceso de investigación dado que no se conoce exactamente cómo se procesa la información procedente de ellos).